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Adora y confía

A veces, o al menos a mí me ocurre, ciertas palabras , situaciones o rostros me evocan muchos recuerdos, dolor, impotencia... Sin embargo, la "palmadita" en la espalda no se hace esperar demasiado. He de confesar que me queda mucho por trabajar en la Cofianza, probablemente todos tenemos que ir despojándonos poco a poco de nuestros temores y lanzarnos, de una forma cada vez más decidida, al encuentro.
En esa línea, comparto con ustedes este texto de Teilhard de Chardin sj:

“No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado;
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda:
cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas
apesadumbrado,
triste,
adora y confía…


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Lo urgente y lo importante

Siempre llego tarde a los sitios, en realidad, esta noche pasó igual sólo que los amigos con los que había quedado tardaron más todavía, qué alivio. Ese rato les esperé a solas en un sillón que, aunque feo y sucio, resguarda bastante bien del frío lagunero. Intenté hacer algo de silencio interior y pude disfrutar de un momento tranquilo, recogiendo de alguna manera lo que más me había "calado" durante el día. En un momento de distracción leo un cartel que pone: AVISO URGENTE No se puede dejar la puerta de la calle abierta si no hay nadie dentro.
Mientras escribo estas líneas e intento darle forma a lo que entonces reflexioné estoy tentada de burlarme un poco de la segunda parte del texto del cartel pero me ceñiré simplemente a compartir que si ese cartel lo hubiera hecho yo, seguro, seguro, que hubiese puesto AVISO IMPORTANTE en lugar de AVISO URGENTE. Y es que resulta que no es lo mismo.
Hace unas semanas leí la siguiente cita de Mafalda:
“Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante”.
Aunque pueda parecer trivial y hasta cómico a mí me llevó a una profunda reflexión y a una revisión acerca de lo que me ocupa y/o me preocupa.
A nivel académico, ¿cuántas veces hemos sentido que las obligaciones, las tareas y las entregas nos han impedido profundizar algo más sobre el fenómeno que estamos estudiando?
A nivel mediático, ¿no perciben ustedes que en los titulares de telediarios y periódicos prima más lo novedoso, lo que urge que se divulgue frente a lo verdaderamente importante y trascendental?
A nivel médico, yo al menos he sufrido alguna vez el desdén de algún médico por acudir a Urgencias con determinada dolencia. Y me pregunto yo, ¿acaso no era urgente? Gracias a Dios no era importante, pero sí urgente. ¿Alguien de verás espera que acudamos a urgencias con patologías importantes?
Pero lo que más me conmueve es en lo que respecta a las relaciones personales, con nuestras amistades, con las personas que queremos y apreciamos. ¿Cuántas veces no hemos sabido o no hemos podido acceder al otro y compartir su carga por estar entretenidos en algo que en ese momento parecía que solo ese era su momento?
Ciertamente siempre he creído que las cosas había que sacarlas cuanto antes adelante y que lo urgente debe ser abarcado con más intensidad aun. Pero a medida que pasa el tiempo acudo incrédula al desolador panorama de miradas perdidas, de sonrisas a medias, de silencios rotos, de llantos contenidos, de llamadas sin respuesta… que ha dejado tras de sí las cosas urgentes que no me dejaron tiempo para lo demás, que ha resultado ser lo importante.