Buscando un archivo viejo me encontré con un Word cuyo nombre era vocación política. Me quizo sonar, lo abrí y me encontré con una reflexión que escribí en el año 2007.
Si bien a día de hoy no escribiría todo tal cual, el segundo párrafo creo que no se entiende muy bien y demás detalles, he querido recuperarlo porque creo que puede suscitar alguna reflexión interesante. Ahí va:
En primer
lugar, he de decir que una de las cosas que más me llenan en este ámbito es ver
como personas formadas y con capacidad de criterio tienen opciones ideológicas
diferentes, creo que para los cristianos es señal de que efectivamente el
Espíritu y la fe se manifiestan de diversas formas y para los que no crean, es
señal de libertad, entendimiento y demás cosas loables.
Yo no viví
nada de esa época del franquismo ni de la transición, siempre he percibido que
el pueblo agradeció ese esfuerzo pero es como si ya esa gratitud por impregnar
a la sociedad de valores, derechos y libertad hubiese prescrito. Siento que los
ciudadanos ya no se sienten responsables de mantener eso que tanto han
agradecido tener, es como si ya no tuviera tanto valor, es como si ya no fuera
importante gozar de las condiciones (por muy mejorables que sean) con las que
contamos. No creo que el sentimiento generalizado que existe de desconfianza en
los políticos y de inutilidad del sistema sea el modo de agradecer y valorar,
primero la democracia, pero sobre todo, las bondades de ésta.
Conocer las
distintas opciones ideológicas y ser consciente de la diversidad propia del
ámbito político actual, así como animar a la participación, contribuye en gran
medida, según mi manera de ver, a fortalecer la democracia, a construir el
Reino, a sanear el sistema político...
Personalmente, creo que es
fundamental ahondar en las ideologías de los partidos, últimamente leo mucho
tocho porque estoy convencida de que conociendo el ideario de cualquier
formación política nos podemos hacer una idea muy aproximada del abanico en el
que se va mover, por dónde puede tirar, qué cosas podemos o no podemos esperar
de él. Sin embargo, tengo la sensación de que efectivamente siempre nos hacemos
esta idea pero basándonos en declaraciones o ejemplos concretos que suelen
distar bastante de lo originario.
A estas alturas nadie se cuestiona la necesidad de
IMPLICARSE para afrontar y de esta forma dar solución a los problemas. (Véase
que he dicho implicarse no rajar de los otros). Mucha gente es consciente ya de
que es necesario tomar partido con el tema de la inmigración, el cambio
climático y demás temas de actualidad. La verdad es que yo también lo creo,
pero me mueve más los criterios que hacen que las cosas marchen así, los
obstáculos que impiden que las cosas pueden ser mejores, me mueve más las
decisiones que influyen a la sociedad, las omisiones...
En realidad se trata siempre de
lo mismo, lograr un mundo justo, igual, unido... pero siempre aparece la
dichosa limitación de las personas como tú y como yo.
En realidad consiste en impregnar
nuestro estilo de vida y hacerlo realidad en nuestro entorno más próximo.
Encauzar, participar, promover,...
Una de las motivaciones para meterse
en política es que se puede dar fe de que el ciudadano es objeto de la política
pero también puede y debe ser sujeto de la política. Pertenecer a un partido
político permite ir más allá de las promesas de campaña, permite encauzar,
participar, promover...
Y como todo, supone sacrificios y
mucha receptividad, nada que temer si se tiene claro el punto de partida y el
objetivo, que no es otro que buscar siempre ese concepto tan complejo y de
vital importancia, como es el del “Bien Común”, que extrapolado al ámbito de la
política sería “intereses generales de la ciudadanía”.
La política pone los medios y los
recursos para la inmensa mayoría de los problemas de los ciudadanos. Yo no
tengo muy claro que esta vivencia sea una misión, pero de lo que no hay duda, es
que LA POLÍTICA ES UN SERVICIO.
¿Cómo te quedas?