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Próximas generaciones de políticos



Los sondeos que se están conociendo son demoledores para los grandes partidos y evidencian la notoria subida de otras formaciones políticas, cosa sana para la democracia pero que no soluciona el problema de fondo. Parece que se ha instalado el pensamiento de que algo diferente será mejor y no creo que esto tenga que ser necesariamente cierto.

En mi opinión, el verdadero avance lo conoceremos cuando los partidos políticos “de siempre” terminen de reconocer los nuevos signos de los tiempos y esto pasa necesariamente porque las personas que forman los partidos asimilen este hecho: “las cosas siempre se han hecho así” no es una ley científica por mucho que parezca que ha sido comprobada día tras día en el quehacer político de innumerables ayuntamientos, cabildos y todo tipo de organismos públicos e instituciones durante décadas. No es una ley que se cumpla siempre, tan solo hay que probar a ser auténticos.

Pondré un ejemplo que me resulta bastante inspirador. El Papa Francisco no ha dejado de sorprender y romper moldes, no ha cambiado su bandera tan solo ha tenido la valentía de hacer las cosas desde su autenticidad. Todo igual pero todo nuevo, nada igual que antes a partir de ahora. Para pensárselo. Y es que en la sociedad, me parece a mí, necesitamos signos y necesitamos que sean signos visibles. Es en este punto donde sería conveniente que las personas críticas con la política en este país fueran más rápidas apoyando a los jóvenes con inquietudes políticas y más lentas en infravalorarlos o juzgarlos.

La paciencia con los políticos, mejor dicho, la esperanza en los políticos, especialmente las próximas generaciones, es algo incómodo de reclamar, incluso provocativo cuando caen en la cuenta de que no lo dices con ironía.

No estaría de más que cada cual se examinase y reparáramos en la responsabilidad que tiene cada uno en el abandono que históricamente se ha hecho a su suerte de cada político después de depositar nuestro voto en las urnas. Quizás en las redes sociales a día de hoy no sea así pero el analfabetismo político que ha habido hasta ahora en el pueblo es fruto de su propia dejadez en relación a temas políticos que por norma han pasado desapercibidos hasta que un buen día los políticos se convirtieron, de la mano de la corrupción, en una de las principales preocupaciones de los españoles.

Es manifiestamente injusto, por mucho malestar que exista hoy en la opinión pública, etiquetar a las generaciones venideras de políticos. Una cosa es denunciar y perseguir las malas prácticas en la política y otra muy diferente es obstaculizar la política en sí. Sinceramente creo que la actitud de la opinión pública está obstaculizando la esperanza en la política. Antes o después, todos en esto de la política hemos experimentado el desengaño en mayor o menor medida. Pero muchas personas, sobretodo jóvenes, lejos de arraigarnos en ese sentimiento de desilusión y frustración mantienen las ganas y buscan la manera de darle forma y, en ese sentido, se merecen el respeto y la confianza de esta sociedad.

          Apoyo y confianza para todos los que crean que pueden arrimar el hombro en esto de dignificar la política.