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Con un par

En la libertad del escritor está la posibilidad de explorar registros y límites. Si me paso o no de la raya es mi responsabilidad pero no hay una manera objetiva de valorarlo. Si resulta simpático o grosero le toca decidirlo al lector. Las palabrotas y tutear han sido un fallo no una intención.

      Tener un par de ovarios o un par de testículos además de una descripción anatómica puede expresar características de una persona. No es lo mismo tenerlos bien puestos (valiente) que tenerlos cuadrados (jeta, morro). No es lo mismo tenerlos como almendritas (cobarde) que inflados (yo que tú no seguía por ese camino).
       Magdalena Álvarez, por ejemplo, los tiene cuadrados. Su dimisión ha sido in extremis antes de que la echaran por comprometer la imagen del Banco Europeo de Inversiones de la que era vicepresidenta. Las huevadas que soltó no tuvieron desperdicio, eso sí, la exministra las cuenta con salero. Dice que es víctima de las maniobras de los populares, que para nada ha tenido que ver en su decisión estar imputada en una de las mayores tramas de corrupción (después de Bárcenas y Gürtel). Reclama su derecho al puesto como si acaso hubiese opositado y espera que cuando se demuestre que es inocente pueda recuperarlo. La pobrecica mía entiende que cobrar 10.000 euros al mes hasta los 65 años es perder algo.
      En su caso, hay que tener cojones para ser la Fiscalía Anticorrupción y recurrir la imputación de la Infanta Cristina, de quien se encuentran “sobrados indicios de que ha intervenido lucrándose en su propio beneficio y facilitando los medios para que lo hiciera su marido, mediante la colaboración silenciosa”. Veremos si “son meras conjeturas” o no.
      En lo que se refiere al Gobierno ya se pueden ir preparando para recibir el castigo electoral que les espera. No tanto por las medidas tomadas sino por convertir su mayoría absoluta en una extraña facultad de autoridad. Esto ha ocurrido con la ley de educación y la ideológica reforma del aborto inflándole los ovarios y los cojones a la gente hasta más no poder. Pensándolo bien, hace tiempo que no veo en política a alguien que los tenga bien puestos pero sí demasiados que parecen carecer de ellos.
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Felipe y Letizia

Foto: Julián Rojas, elpais.com


Quisiera escribir hoy lo que me gustaría leer dentro de unos años. Lo que quiera que sea que reflexione en voz baja o las explicaciones que dé a mis hijos. En definitiva, quisiera escribir hoy lo que los españoles, mirando hacia atrás, perciban como historia de este país. Pertenezco a una generación que nació ya en la España de la bonanza. Nos malacostumbramos pronto, de forma que la carestía actual nos parece la más absoluta de las miserias. Lo cierto es que fueron otros los que lucharon para salir de aquella y fue don Juan Carlos el que lideró esa generación de ciudadanos que abrió camino a la democracia. El sector más joven no hemos sido testigo de esa conquista. El proceso de abdicación y proclamación ha sido normal para los mayores pero histórico para nosotros. Si hay algo que reprochar a quienes vivieron aquellos consensos es la pésima transmisión de los valores a través de la educación y la cultura.

El nuevo monarca se ha presentado como un servidor del pueblo español recordando que la política nacional le corresponde al gobierno de la nación. En su reinado se han de gestionar los grandes retos de este país. Entre ellos no voy a considerar la crisis económica pues de esta saldremos y vendrán otras en el futuro como comportamientos cíclicos que son. En mi opinión, los principales desafíos son los procesos secesionistas y una reforma constitucional. Es decir, la unidad y el diálogo son el reto que debemos abordar con más respeto que nostalgia.

Don Felipe y doña Letizia conectan con esta generación desapegada de la Monarquía. Los sentimientos de grandeza suelen ser exaltaciones que desaconseja la prudencia pero me voy a permitir la licencia. No creo a priori en la grandeza de unos reyes. Sí creo en la grandeza de una sociedad a base de civismo, tolerancia y solidaridad. Nos merecemos a unos grandes representantes y los nuevos reyes van camino de serlo.
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Prospecciones

¿Pensarán algunos de nosotros que el Sol gira alrededor de la Tierra? ¿Pensarán otros que Canarias es el centro del Universo? ¿Pensarán los catastróficos que una hipotética extracción de petróleo convertirá a Canarias en un agujero negro?
          Soy incapaz de mensurar la infinidad de costas en las que se han hecho prospecciones. Sí intentaré ser capaz de separar la demagogia de mis palabras, un ejercicio heroico en estos días. No hay mayor favor que hablarle a un paisano del vergel de belleza sin par que son nuestras Islas Canarias. Sin embargo, la legítima identidad canaria en tiempos convulsos puede derivar en una exaltación que nos nuble el juicio.
Las extracciones de petróleo son una práctica de la que nos hemos beneficiado como sociedad consumista. Si no nos ha producido ningún repudio cuando han sido realizadas en otros países o continentes, ¿por qué nos produce ahora semejante rechazo la idea de que se puedan producir a 60 kilómetros de aquí? Amo mi tierra pero no le deseo peor suerte a las desconocidas.
          Considero necesario ahondar en el concepto de interés general y bien común. El interés general transciende a los canarios y debe incluir al conjunto de los españoles. Sería deseable que el Gobierno de Canarias comprendiera este hecho pues no parece haber admitido que no se trata de un asunto de su competencia. Basta de decir que las costas canarias se llenarán de piche porque es rotundamente falso que se haya autorizado la extracción de petróleo.  Simplemente se ha autorizado unas prospecciones para conocer si hay o no petróleo y si este puede ser extraído o no. Estas cuestiones suponen un interés general para España y su riqueza. Por otra parte, el bien común trasciende a un gobierno y a una empresa privada. Mientras la mayoría está dándole golpes a los calderos e insultando a José Manuel Soria, no se hacen los suficientes esfuerzos para conocer qué rédito sacará la comunidad autónoma. Sería más inteligente gritar menos y negociar más. 
Otra cuestión no menos importantes es la relacionada con los riesgos.  Cualquier estudio de un sistema mínimamente complejo se realiza en base a probabilidades. Por esta razón no se puede hablar de certezas. Nadie puede garantizar que no ocurra una desgracia pero es una manipulación y una tergiversación poner el énfasis en la existencia de peligros si estos son altamente improbables. Asumir un mínimo riesgo por el bien común no es necesariamente una irresponsabilidad. El Gobierno y Repsol los han de asumir con responsabilidad, como asume usted otros tantos al estar vivo o yo simplemente por escribir.

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Su Majestad el Rey abdica en favor de Felipe

Las palabras de Su Majestad el Rey en el día de su abdicación han sido una oda a la regeneración.
  • "Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad. 
  • Todo ello ha despertado en nosotros un impulso de renovación, de superación, de corregir errores y abrir camino a un futuro decididamente mejor.
  • En la forja de ese futuro, una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista.
  • Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana."

Discurso completo de Su Majestad el Rey de España aquí.
Discurso completo del presidente del Gobierno aquí.
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Podemos... ir a peor

El pasado viernes en Diario de Avisos mi valoración de la debacle del PP y del PSOE y la entrada de Podemos en las elecciones pasadas con la vista puesta en la siguiente cita electoral.

          Podemos es a la política lo que la entropía a la física. Desde hace unos años en diferentes ámbitos de la política hemos pensado que habíamos tocado fondo pero en cada cita electoral el suelo parece hundirse un poquito más. En este caso, tenemos la importante entrada de Podemos, sinónimo del caos y antónimo del equilibrio y la estabilidad. No se trata de descalificarlos ni despreciarlos. Se trata de hacer una crítica, cosa de la que no se libra ninguna formación y Podemos no va a ser una excepción. Cuando algunos nos hemos referido a este movimiento como extremista, radical o antisistema no lo hacemos para herir la sensibilidad de nadie (al menos yo) sino porque son estas etiquetas las que mejor definen sus ideas sobre la economía, la tierra, la soberanía y la libertad.
          A un año de los próximos comicios es nuestra obligación dar un aviso a navegantes: la gobernabilidad de un país es un bien de estado. Quienes se frotan las manos con la debacle del PP y el PSOE son unos inconscientes. La salud democrática de España pasa por la salud de los partidos y de su pronta recuperación depende, en gran medida, la verdadera regeneración política que, a mi juicio, no vendrá de la mano de movimientos populistas.
          Tampoco se trata de defender al bipartidismo, ¡qué sería de la democracia si no fuera plural! Sin embargo, sería una temeridad avalar la entrada en gobiernos autonómicos y municipales a quienes creen en una revolución con indiscutibles influencias chavistas y castristas.
Este movimiento tiene ahora el reto de convertirse en un partido organizado para poder concurrir a las próximas elecciones. Paradójicamente quieren lo segundo sin pasar por lo primero.
           Creo firmemente que el hartazgo y la desconfianza en los políticos es un proceso reversible. Es digna de mención la situación actual del PSOE, abierto en canal intentando hacer un ejercicio de democracia interna que no se veía en años.