Al parecer los
investigadores creen que las Islas Canarias no son un lugar propicio para el
hallazgo de restos fósiles. Mi querido Watson, lo que abundan en estas
tierras son los fósiles políticos. No entiendo cómo todavía el exceso de estos
rescoldos en la política canaria no ha llamado la atención de los científicos ni
ha sido aún objeto de estudio.
El hallazgo más importante está
siendo José Miguel Bravo de Laguna. Un fósil que se ha fraguado a marchas
forzadas. El presidente del Cabildo de Gran Canaria ya no es del PP única y
exclusivamente porque la respuesta a la pregunta ¿qué hay de lo mío? no fue de su agrado. Pataleta, portazo y me
marcho a Unidos por Gran Canaria. Ayer un político respetado, hoy un patético
berrinche. Ayer el saber estar, hoy no saber marcharse.
Otro
archiconocido fósil es Casimiro Curbelo. Ha resistido al paso del tiempo
bastante bien pero ni Ferraz ni nadie le van a decir cómo gobernar su cortijo.
Así que ha cambiado el luminoso, ahora llamado Agrupación Socialista Gomera.
Quien se lleva la palma en cuanto
a ruinas es Coalición Canaria. A qué museo irá a parar Paulino Rivero es una
cuestión interesante. Lo que ocurre es que el espectáculo que está dando el
exnacionalista Fernando Ríos es de tal calibre que sobresale a los demás. Por
edad no le corresponde ser un fósil pero su actitud y sus pretensiones con
Podemos son el paradigma de la política putrefacta. Una joya de dislate y
encima prematuro.
Habida cuenta
de los cambios de chaqueta, bien podrían clasificarse también como camaleones.
Lo que quizás pudiera considerarse un añadido a la flora y fauna de Canarias
es, sin lugar a dudas, un conjunto de esperpentos que dicen actuar movidos por
el bien de los ciudadanos y no hacen otra cosa que el ridículo.