Si las cabezas
pensantes que puedan haber en las murgas, concretamente en la Afilarmónica Nifú
Nifá, consideraron que la canción titulada “somos mayoría” era óptima para su
repertorio, no quiero ni imaginarme cómo serían las que no pasaron la criba. Cometer
un error entra dentro de lo normal. Ahora bien, cómo se ha reaccionado al de la
Fufa ha retratado a medio percal. La propia filarmónica, defendió lo
indefendible. Escribieron una letra chabacana y de mal gusto. Pero lejos de
reconocerlo, su director señaló en La Opinión de Tenerife que si dependiera de
él, mantendría la canción y defendería que el grupo la cantara durante las
fiestas sí o sí. Es decir, soy un bruto y estoy muy orgulloso de serlo. A ver
si se enteran los murgueros incondicionales que “al Flaco se le respeta” no es
un argumento de peso. El respeto hay que ganárselo y si uno la pifia puede
echar a perder su reputación. Ser decana del carnaval no es nada por sí mismo. Eso
no les exime de un mínimo de sensatez y decoro, dos cualidades que hoy son
mucho pedir a una murga.
Una de las
primeras en solicitar la retirada fue Carla Antonelli, actual diputada de la
Asamblea de Madrid por el PSOE. Primera diputada transexual en España,
luchadora incansable, en fin, una mujer de armas tomar. Dicho esto, hay que ser
aprovechado o, lo que es lo mismo, socialista santacrucero, para querer hacer
pasar la retirada como un éxito de su trabajo por la igualdad. La animadversión
hacia la canción fue un sentir general y que un partido pretenda apuntarse el
tanto no ha lugar.
Otro silencio
inexplicable ha sido el del vicepresidente del Cabildo Efraín Medina, un hombre
comprometido. Hace poco pidió la retirada de un juego de Internet porque
incitaba al odio y a la discriminación por motivos de identidad sexual pero
sorprendentemente no tuvo ocasión de pronunciarse sobre la dichosa canción.