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No idóneos

La definición de idóneo según la RAE es “adecuado y apropiado para algo”. La semana pasada criticaba las formas que utilizó Pedro Sánchez para destituir el pasado día 11 al secretario general de los socialistas madrileños y legítimo candidato, Tomás Gómez. Visto lo visto, éste finalmente formalizó su renuncia el día 18 antes de ser declarado candidato no idóneo. El sector más crítico pidió urnas y efectivamente los militantes de las agrupaciones madrileñas del PSOE podrán hacer una pseudovotación pues el resultado no será vinculante. La Ejecutiva seguirá con su estrategia a la vez que escucha a las bases. Ojalá apoyen a Ángel Gabilondo que es al que voy a colocar a dedo, pensará Sánchez.
Foto: lalagunaahora.com
La mano de hierro de Pedro reparte golpes de autoridad desde Madrid a Canarias aunque pasando por alto Andalucía. Han disuelto la ejecutiva de La Gomera y  han anunciado que el presidente del Cabildo y secretario general en la isla, Casimiro Curbelo, no es idóneo para la reelección. Este señor cometió un error que debería ser imperdonable en política cuando en 2011 protagonizó un incidente en, según los medios de comunicación convertidos hoy al puritanismo, una sauna. Si bien dimitió en su día como senador se aferró al cabildo. Por fin, alguien ha tenido las agallas de decirle a Casimiro: ya basta. No más canonjías bajo estas siglas. Y esa persona, que conste, no ha sido José Miguel Pérez, un cero a la izquierda en este asunto como en tantos otros.
Pedro Sánchez está luchando por su idoneidad para alcanzar La Moncloa pero se deja, a mi juicio, muchos frentes sin solventar. Quizás no se le pueda pedir tanto de golpe. Quizás es demasiado para un solo hombre poner fin a tantos cortijos. Quizás se esté ganando demasiados enemigos (e históricos socialistas) pero, sin duda, este es el angosto camino de la regeneración política.
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Ferraz contra sí misma



Hemos asistimos a un espectáculo indigno del Partido Socialista Obrero Español. Una cascada de acontecimientos a cual más visceral. Qué diría Pablo Iglesias, el bueno, si levantara la cabeza y viera cómo se han puesto en pie de guerra dirigentes del partido que fundó y sin el cual no se entiende la Historia de España. Primero salió al paso César Luena a explicar la arbitraria decisión de suspender a la dirección del partido en Madrid. Después hizo su puesta en escena Tomás Gómez y los suyos para lanzar unas lamentables acusaciones.

El tufo del tranvía de Parla, ayuntamiento del que Gómez fue alcalde, tira para atrás. La malversación podría alcanzar los cien millones de euros. Dicho esto, Tomás no está, si quiera, imputado. Quizás se equivoquen los que han puesto las manos en el fuego por él pero no hay derecho a una condena política preventiva como la sentenciada por Pedro Sánchez.

El tiempo de barajar si Gómez era un candidato pésimo, muy malo o malo ya pasó hace mucho. Tener entre tus filas a un señor incapaz de comprender que sobra es una situación complicada pero ganó las primarias en 2010, fue elegido y ratificado por los órganos correspondientes. Pasado mañana, como quien dice, son las elecciones autonómicas. Y vienen ahora a destituirlo por la mala expectativa electoral. Según ese ramplón razonamiento, Sánchez debería autodestituirse ya que las encuestas lo sitúan como tercera fuerza, superados por el partido de Pablo Iglesias, el malo. Pero eso no ocurre porque cuando hay voluntad se buscan fórmulas menos drásticas para revertir la situación. Hay quienes opinan, a pesar de todo, que Pedro Sánchez podría salir fortalecido si coloca a un candidato con garantías de ganar en Madrid, plaza clave de cara a las elecciones generales. Pero mucho me temo que, esta vez, Pedro no pensó en todas las consecuencias de su estrategia, si es que alguna vez las piensa él mismo.
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Sazonar la política

Una vez conocida la última encuesta del CIS sólo queda preguntarnos cómo vamos a tragarnos la ingobernabilidad que se avecina. El Partido Popular ha obtenido el peor dato de estimación de voto en décadas. Una gestión ácida que mantiene a los españoles con la misma cara que se le queda a uno al chupar un limón. A pesar de la debacle, el PP se recrea en el sabor agridulce del dato que los sitúa nuevamente como ganadores de las elecciones.

Los salados de Podemos han ilusionado a la sociedad y se colocan como segunda fuerza en estimación de voto. No viene al caso pero yo adoro la comida salada y mis seres queridos no hacen sino advertirme sobre lo perjudicial de la sal de mesa que aquí serían los revolucionarios de salón. Se sabe que la sal es la única roca comestible. Algo así como el comunismo, una utopía que no hay dios que la mastique sin perder los dientes pero que baja mejor si unos salados la presentan convenientemente. En lo que se refiere a presentación, el CIS debería introducir una calificación de catorce para valorar el trabajo de Podemos. Presentar una piedra y venderla como el único y más valioso condimento que necesita nuestra dieta es un trabajo político excepcional.

El PSOE, por su parte, prueba el amargor de convertirse en los terceros. Con semejante panorama, que su líder sea el mejor valorado es un éxito insípido. No existe la dulzura en política.
No creo que España esté preparada para un gobierno en minoría pero esa será la primera opción del vencedor de las elecciones generales. Podemos gobernará en minoría si tiene la posibilidad, esta es toda su aspiración: llegar al poder e infartar al sistema democrático español con importaciones latinoamericanas. Si no es posible ningún gobierno en minoría, será el PSOE quien tendrá que decidir con quién forma coalición para gobernar. En 100 años todos calvos. En 10 meses todos con hipertensión. Tranquilidad y buenos alimentos.