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Hipocresía en las fronteras

Hablemos de fronteras, ni siquiera de vallas. Hablemos de los derechos y deberes de ciudadanos y extranjeros. Sin demagogias ni visiones florales. Sin querer ganarnos el favor de nadie.
Sin llorar frente a una valla que lleva ahí muchos años y que ha continuado con los gobiernos de PSOE y PP pero que ahora y con una cámara delante le causa verdadero sentimiento a la socialista Elena Valenciano. ¿Se puede ser más falsa? ¿se puede ser más populista?    
                            
Estas actitudes sin escrúpulos desprestigian tanto o más la política como no cambiar de parecer ante el clamor acerca de las cuchillas en las vallas que amenaza la vida humana.                                     

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Abran paso


            Doy gracias por la generación a la que pertenezco. A pesar de la visión pesimista que yo misma tengo a veces, doy gracias por los momentos políticos y económicos que nos han tocado. Tenemos la oportunidad de vivir in situ una difícil época y aprender de ella todo lo que podamos.  A pesar de las luchas políticas y el sufrimiento de tantos, no alcanzo a imaginar otro escenario en el que hubiéramos podido cultivarnos y crecer como personas tanto como ahora. Eso sí, dando por hecho que todo servirá para algo. Esta premisa será la que marcará la diferencia entre ser una generación perdida o no serlo. Estas bofetadas llamadas realidad social, que ya duran años, están escribiendo la Historia de España. Nosotros, ni adolescentes ni adultos con grandes cargas ni excesivas responsabilidades, estamos en una posición privilegiada. Somos testigos de los problemas y formamos parte de la solución.
           Siempre hay quienes no cesan en su oficio de arremeter contra el sistema. Señalan continuamente hacia fuera y argumentan que la gente, los de aquí, no encajan bien en el actual sistema. Lo cierto es que yo pertenezco a ese ente que muchos culpan. Mi generación, las anteriores y las posteriores, también pertenecen al sistema. Y así seguirán las cosas. Todos pertenecemos a esta democracia, el mejor (o menos malo si lo prefiere) sistema político que se haya conocido jamás.

          La opinión pública debe hacer el esfuerzo por no cargarnos a nosotros y a la prole venidera con la misma desconfianza y  desapego hacia la política. Es una injusticia negar el hecho de que otros llegarán. Vendrán otros tiempos y otros políticos, la regeneración política será realidad… algún día. El primer paso es entender la grave responsabilidad al ejercer nuestros derechos, concretamente, el derecho a voto. Empecemos por erradicar lo que se puede considerar una lacra social, la abstención.