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Reconozco que soy mucho de “criticar”, en el sentido de buscar la manera de mejorar, de hacer ver y por supuesto, hacerme ver, las posibles formas de alcanzar objetivos más elevados.
Hasta ahora, respecto a la presidencia del PP tinerfeño tocaba “criticar” a Tavío, tocaba ser una especie de fuego amigo, apretar las tuercas sabiendo que estamos en el mismo bando, que perseguimos lo mismo y que todo lo que se haga podrá hacerse en una aproximación mejor. No hay cosa que empobrezca tanto, que decir sí a todo lo que provenga de alguien, aunque ese alguien sea de los tuyos.
Pero llegó el momento de elegir: al más válido para los optimistas y al menos malo para los pesimistas; pero había que optar.
Yo apoyaba al que saliera, apoyaba al que la mayoría viera como la persona más idónea, fuere cual fuere. Cosa que no quita que si hubiese sido compromisario hubiese votado a mi tocaya, por razones varias, todas subjetivas menos una: la formación de Tavío supera considerablemente la de Llanos. Eso en mi opinión, se traduce en estar más preparado, Tavío me parece una mujer más completa, más competente.
Esto es, ya se completó el ciclo, ya se acabó el tiempo de valorar las espléndidas cualidades de los candidatos.
Ha llegado la hora, la hora de seguir de cerca las actuaciones de nuestra representante en cuestión y de nuestro otro representante en el ayuntamiento, de ser sujetos de la política y no objetos de la política, de estar al tanto de sus movimientos y hacer, en la medida de lo posible, que sean fiel reflejo de lo que nos caracteriza. Ha llegado la hora de seguir “criticando” desde el afán de trabajar por y para las personas.

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¿Un error lo tiene cualquiera?

Ciertamente no es que a día de hoy esté metida explícitamente en ninguna cuestión relacionada, pero una de mis convicciones, que tengo la suerte de compartir con muchas personas, es la necesidad de dignificar la política. En esa línea, cosas como esta, no solo no ayudan sino es que además dan razones a la desesperanza, a los que piensan simplemente que la política no sirve para nada. Me parece conveniente recordar que la política es un servicio y los políticos nos representan. Aunque permítanme que haga una excepción.