Como aficionada a la política me conmueve ver cómo personas de toda índole e ideología coinciden en honrar a Adolfo Suárez González, que no es otra cosa que honrar los esfuerzos de toda una sociedad y la historia de España.
Disfrutemos de este momento. Disfrutemos, sí, de este
efímero sentimiento unánime. Recordemos que ha habido grandes políticos y
embriaguémonos con la esperanza de que siguen existiendo o existirán. Recobremos
la esperanza de que la crisis institucional y política que padecemos termine en
una mejor versión de la clase política, con una agilización de la justicia y
una persecución más férrea de la corrupción.
El tiempo ha demostrado que el
sacrificio de nuestros padres valió la
pena. Trabajemos para que nuestro esfuerzo de hoy en día no sea en vano. Los
derechos que se conquistan una vez se deben defender toda la vida. Aquellos
hombres y mujeres ya hicieron su parte. Los retos que hoy tiene la democracia
española son nuestra responsabilidad.
“Si todo cambia que yo cambie no es
extraño”. Hoy es otra la España, es otra la realidad social y son otros los retos. Sin
embargo, el espíritu podría ser el mismo; recuperémoslo. El espíritu que suscita
la vocación de estado, la altura de miras y el consenso en temas cruciales por muy
distintas que sean las posiciones del adversario.
El expresidente falleció sin recordar lo que fue ni lo que
hizo por culpa de una enfermedad. No vivamos nosotros con alzhéimer político. No
seamos desagradecidos, pues si hoy podemos reclamar más derechos incluso plantear
una reforma de la Constitución es precisamente gracias al esfuerzo y al afán
desmedido de personas como Adolfo Suárez. “Cogió una España de verdades únicas
de la que hizo un país donde cabían todas las verdades”.
Aprendamos algo de la agonía del
expresidente y no llevemos a la política y a la democracia, bien por intereses
personales o bien por desinterés, a la agonía de un sistema que nos dio un
tiempo de prosperidad, concordia y paz social. Deseo con todas mis fuerzas que quienes
gobiernan “cojan recorte” de cualquiera de las tantas ideas de un hombre fiel a
su palabra, coherente en sus acciones y consecuente con sus errores.
Puedo prometer y prometo que trabajaremos con honestidad, con limpieza y de tal forma que todos ustedes puedan controlar las acciones de gobierno.
Puedo, en fin, prometer y prometo que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos y los privilegios de unos cuantos.
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