Quizás no sea posible opinar sobre el postureo político sin pecar un poco de él. Aun así creo que es necesario hacerlo.
El postureo ha existido siempre. En resumen, lo importante es aparentar
pero para qué entrar en definiciones pudiendo poner ejemplos de todo
tipo. La Convención Nacional del PP, como cualquier evento análogo del
PSOE, se divide en dos partes: las charlas y los descansos. En las
charlas uno puede entretenerse con otra cosa, generalmente con el móvil.
Solo hay que estar atento a cuándo toca aplaudir. Eso sí, hay que
aplaudir mucho. Lo importante en estos eventos son los descansos. Hay
que saludar, besuquear, presentarse y sacarse muchas fotos con gente
conocida, es decir, con los que no pasan del 3 o el 4 según la encuesta
del CIS. Sin perder un instante hay que difundir los retratos. Es el
peloteo de cara a las elecciones y la oportunidad de oro para aparentar.
El pasado domingo el programa Salvados comenzó con un cara a
cara inédito. Una idea brillante obviando el pequeño detalle de que se
trató de un debate entre un político frente a un expolítico. Mas se
refería reiteradamente a Felipe González como presidente. Ni presidente,
ni político pero de resto, genial. Tanto fue el postureo que lo de los
díscolos del PSOE catalán ya no está sobre la mesa.
No piense que los
políticos son los únicos a los que se les da bien. Los ciudadanos
también dominamos el arte. Concretamente ahora lo que está de moda es el
postureo en lo que a justicia se refiere. He decidido omitir ejemplos
aquí porque se pueden malinterpretar con asombrosa facilidad. La idea es
que la ciudadanía celebra o se indigna con las resoluciones de la
justicia según le viene en gana. Es más, se reclama que algunas
decisiones sean de otra forma, concretamente la relacionada con la
propia apetencia política. A ver si nos aclaramos: ¿queremos una
justicia a la medida de la ideología de cada uno; sí o no? No, ¿verdad?
Pensándolo bien, eso nos obligaría a usar una sola vara de medir, nos
obligaría a ser coherente… Mejor seguimos con el postureo.
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