A Sor Lucía Caram le llueven críticas y elogios de todo tipo. Es lo que
tiene el estrellato y pasar a formar parte del circo mediático. Para ser
monja no se le ve preocupada por las tentaciones sino que aprovecha su
fama con un cuestionable designio divino. A esta monja el hábito le ha
dado altos vuelos, no es una religiosa cualquiera, se trata de una
dominica contemplativa cuyo “claustro es el mundo”. No me cabe ninguna
duda acerca de su contemplación. Contempla su boom en las redes
sociales, contempla sus mítines en la televisión, contempla el rédito
que obtiene de su amistad con Risto Mejide, contempla las ventas de sus
libros; incluso contempla cómo le contrata el Canal Cocina.
Paradójicamente, proclama el amor al prójimo desde el odio a
determinadas personas, por ejemplo, los políticos o los “imbéciles que
cuestionan al mejor equipo del mundo”, refiriéndose al Barça. En mi
opinión, se parece mucho a Rouco Varela pero en sentido opuesto en el
espectro político. Ambos son mentes cerradas que no reconocen a los que
piensan diferente. Nadie cuestiona el derecho a manifestar su opinión
pero una cosa es opinar y otra muy diferente es abanderar una campaña.
Mediáticamente demuestra que su misión es desprestigiar la política más
que la preferencia por los pobres.
Hay religiosos con especial apetencia a los medios de comunicación que
pasarán a la historia por hacer más política que cualquier otra cosa.
Sor Lucía se cree que sus ideas son la última bebida refrescante del
desierto, cree que nos abre el cielo como si los demás no hubiésemos
oído nunca una idea transgresora cuando la realidad es que la teología
de la liberación cuenta ya con más de 40 años de historia.
Es un auténtico esperpento que la comunión de la Iglesia y la unión en la diversidad queden relegadas constantemente por las lecciones que imparten a título personal; ayer un ultraconservador, hoy una comunista y mañana vaya usted a saber.
Es un auténtico esperpento que la comunión de la Iglesia y la unión en la diversidad queden relegadas constantemente por las lecciones que imparten a título personal; ayer un ultraconservador, hoy una comunista y mañana vaya usted a saber.
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