Foto: Julián Rojas, elpais.com |
Quisiera escribir hoy lo que me
gustaría leer dentro de unos años. Lo que quiera que sea que reflexione en voz
baja o las explicaciones que dé a mis hijos. En definitiva, quisiera escribir
hoy lo que los españoles, mirando hacia atrás, perciban como historia de este
país. Pertenezco a una generación que nació ya en la España de la bonanza. Nos
malacostumbramos pronto, de forma que la carestía actual nos parece la más
absoluta de las miserias. Lo cierto es que fueron otros los que lucharon para
salir de aquella y fue don Juan Carlos el que lideró esa generación de
ciudadanos que abrió camino a la democracia. El sector más joven no hemos sido
testigo de esa conquista. El proceso de abdicación y proclamación ha sido
normal para los mayores pero histórico para nosotros. Si hay algo que reprochar
a quienes vivieron aquellos consensos es la pésima transmisión de los valores a
través de la educación y la cultura.
El nuevo
monarca se ha presentado como un servidor del pueblo español recordando que la
política nacional le corresponde al gobierno de la nación. En su reinado se han
de gestionar los grandes retos de este país. Entre ellos no voy a considerar la
crisis económica pues de esta saldremos y vendrán otras en el futuro como
comportamientos cíclicos que son. En mi
opinión, los principales desafíos son los procesos secesionistas y una reforma
constitucional. Es decir, la unidad y el diálogo son el reto que debemos
abordar con más respeto que nostalgia.
Don Felipe y
doña Letizia conectan con esta generación desapegada de la Monarquía. Los
sentimientos de grandeza suelen ser exaltaciones que desaconseja la prudencia
pero me voy a permitir la licencia. No creo a priori en la grandeza de unos
reyes. Sí creo en la grandeza de una sociedad a base de civismo, tolerancia y
solidaridad. Nos merecemos a unos grandes representantes y los nuevos reyes van
camino de serlo.
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